A Kiatoski le encanta la pizza, los helados de la heladería de Giovanni (especialmente los de chocolate y limón) e investigar casos misteriosos. Un día Kiatoski va a la heladería y observa que en la decoración del local hay un objeto nuevo, una máscara africana que, según Giovanni, trae buena suerte. Sin embargo, desde que la máscara está en la heladería, empiezan a pasar cosas raras: explota la cafetera express y se estropea la máquina de hacer helados. Giovanni lo atribuye a que la máscara le ha traido mala suerte, pero Kiatoski, como buen detective, no lo cree y decide investigar, sospechando que hay alguien detrás de todo esto. Una noche, mientras vigila la tienda desde la calle ve a un hombre que entra y sale a toda velocidad del local. Cuando se lo cuenta a Giovanni, ambos deciden vigilar juntos la heladería por la noche. Así descubren que el saboteador es Marcello, un compatriota de Giovanni. Su objetivo era vengarse, porque éste había robado la receta de los helados de su padre. La máscara sólo era un cebo para que Giovanni creyera que todo lo que pasaba en la heladería era, simplemente, mala suerte. Al final, Marcello y Giovanni se reconcilian y deciden montar una heladería juntos. El negocio les sale redondo y Kiatoski es obsequiado con tres bolas de chocolate y limón gratis.
