Camarero Fernández, Miguel Ángel
Bruno y Eusebio son dos jóvenes hermanastros que en las Navidades de 1915 se ven involucrados en un truculento crimen en La Coruña, un turbio asunto del que, gracias a un inteligente amaño, lograrán finalmente salir libres de polvo y paja. Poco tiempo después, sus vidas se separan siguiendo caminos diferentes, perseguidas, sin saberlo, por el mal fario. Con el paso de los años y disfrutando ambos de una excelente posición económica lograda fuera de los cauces legales, volverían a encontrarse de forma no casual en Madrid a mediados de marzo de 1933, y, aunque ese día mantuvieron una reunión cordial como hermanos largamente separados, a Bruno en particular le resultó decepcionante. Luego, transcurrirían tres años no exentos de acción por ambas partes, hasta que el súbito estallido de la Guerra Civil les sorprendió de nuevo en Madrid. Allí, después de dejar sus asuntos atados y bien atados, huirían a Francia dispuestos a vivir una dorada jubilación. Sin embargo, es Dios el que dispone, no el hombre. Así, cuando parecían haber alcanzado su propósito, a uno antes que al otro, y con desigual inquina, acabaría
